La deflación: Ese perfecto desconocido.

Según la RAE, la inflación es la elevación del nivel general de precios. Y si consulta a un gestor de patrimonios o a un analista financiero, lo primero que le dirán es que se trata de un impuesto encubierto, porque le hace perder poder adquisitivo casi sin darse cuenta. Aquí en España, se habla generalmente del Índice de Precios al Consumo o IPC. Se trata de un índice calculado por el Instituto Nacional de Estadística mediante la Encuesta de Precios Familiares, que permite conocer el gasto en consumo de los hogares residentes en España, así como la distribución de este entre las diferentes parcelas de consumo. 

Por otra parte, la deflación es el proceso contrario a la inflación. Se trata de un descenso (al menos durante un par de trimestres según el Fondo Monetario Internacional) de los precios de bienes y servicios de una economía. Además, es un problema mucho más complejo de abordar porque implica que se crea un círculo vicioso en el que empieza a caer la demanda de bienes y servicios ya que hay expectativas de que los precios sigan bajando, las empresas no tienen otra solución que seguir bajando precios y para ello reducen costes, lo que conlleva un aumento de los despidos, y, por tanto, sigue bajando la demanda de bienes y servicios. En definitiva, los gobiernos se encuentran ante un escenario de bajada sistemática de precios y desempleo elevado, como consecuencia del ajuste de precios y costes por parte de las empresas lo que a su vez redunda en una caída de la demanda agregada a nivel macroeconómico.

Para paliar los efectos negativos de ambos sucesos económicos están los bancos centrales. Son los encargados con sus políticas económicas, ya sean monetarias (controlando la cantidad de dinero en circulación o los tipos de interés) o fiscales (a través del gasto público y los impuestos), de suavizar los ciclos económicos. Aunque bien es cierto que ello no garantiza el éxito. Ejemplos claros son los casos hiperinflacionarios en los años 80 y 90 en países sudamericanos como Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, en la antigua Yugoslavia en 1993 o Zimbaue en el 2000. Y más recientemente Venezuela ha superado en el primer semestre de 2019 una inflación del 1000%. Y en cuanto a fenómenos deflacionarios, es famoso el de Japón de los años 90. Estuvieron con bajadas sistemáticas de precios por culpa de una potente crisis inmobiliaria y una mala política económica del Banco de Japón hasta que en 2006 anunció Koji Omi, el ministro de finanzas japonés anunció el fin del problema deflacionario. 

 Juan Obra 

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